#LlámaloCÁNCER

Tras más de dos meses escribiendo y compartiendo través de mi blog mi historia con vosotros y vosotras, siento la necesidad de hacer un parón para pensar. 

Algunas personas me han pedido que frene, que vaya más despacio, que me detenga más en mis vivencias. Al principio me sorprendió y automáticamente me hizo pensar: ¿por qué lo hago? Creo que es debido a dos motivos: 

  1. Por mi necesidad de soltarlo, de contarlo, de compartirlo y que deje de ser un secreto.
  2. Una vez más, por miedo. Por miedo a despertar esos fantasmas del pasado que todavía hoy me hacen tanto daño. 

Porque esos recuerdos, esas vivencias, me hacen recordar el miedo que siento al tener esta enfermedad. Un miedo compartido con todas las personas que me quieren (que son muchas) y con las que comparto mi vida. 

Porque, al lado de mi miedo, está el miedo de los demás. Mi padre, mi marido, mis hermanos, todos aterrados. Y la sombra de lo ocurrido a mi madre, cada día presente y en cierto modo acechante, no hace más que arrojar más miedo todavía. 

Me voy a permitir el atrevimiento de hablar por mí y por las personas que se sientan como yo: Cuando tienes cáncer, tienes miedo. La palabra en sí da miedo. Cáncer. Le tememos porque está ahí, sabes que te puede pasar pero en el fondo piensas que no te va a tocar a ti. Ni por supuesto a nadie a quien quieres. Y es totalmente lógico y humano porque si nos detuviésemos en ese miedo no nos permitiría vivir y seríamos unos completos amargados que a nadie le gustaría tener cerca. 

Yo me considero una optimista rematada y no me gustan los dramatismos. Nada. Cero. 

Será porque desde pequeña siempre tuve cierta tendencia a ellos y mi madre no me lo permitió. Ella era valiente, fuerte, y me hacía creer que nunca me podría pasar nada a su lado. En cierto modo creo que trató que yo también lo fuera y que no cayese en los victimismos ni el regocijo en la pena.

Creo que por estas dos razones me cuesta tanto decir lo que tengo. Porque cuando le dices a alguien que tienes cáncer le cambia la cara, le da miedo. Le da miedo por ti. Le da miedo por ella misma. Porque te ve a ti, chica joven, sana, casada, con hijos, “tan normal”, aparentemente sana pero que tiene unas células dentro que se han vuelto locas y se han empezado a comer sus tejidos sanos (con el peligro que ello conlleva) y se ven a ellas mismas. Entonces tienes un doble trabajo: lidiar con tu miedo y con el de los demás.

Por este motivo, sumada a la herencia de mi madre de “cero dramas”, me he visto a mi misma convenciendo a las personas a las que tímidamente les decía que tenía cáncer de que estaba bien, no me dolía nada, de que no pasaba nada, que no era el mismo caso de mi madre y, por supuesto, de que no me iba a morir. 

En ese momento la persona que te escucha en ocasiones se calla y acepta lo que dices pero sin llegar a creérselo o se queda tranquila pensando en: A: No se va a morir; B: Si me pasara a mi, tampoco moriría. 

Y, en mi opinión y basado en mi experiencia, así es. 

Comenté en mi primer post que soy maestra. Doy clase a niños y niñas de 8 a 12 años aproximadamente. Han visto que he cogido bajas, que cada vez tengo más cicatrices en el cuello, que (OJO! Spoiler!) perdí la voz durante meses y no pude trabajar. Ellos lo saben, y quieren saber qué pasa. En ese caso, les digo que me han operado de la garganta, que ya estoy bien y …. “¿A que molan mis cicatrices?”.

¿Cómo debemos tratar el tema? ¿Cómo podemos romper el tabú? Una de las campañas de la AECC (de la cual A. y yo somos socios y que os invito a que lo hagáis también) consiste en romper el tabú de la palabra cáncer #LlámaloCÁNCER. 

Un día, saliendo de casa me encontré con una pancarta gigante con esas palabras. Me sentí la protagonista de una película recibiendo una señal divina del cielo: Llámalo cáncer. Me dieron ganas de acercarme a la gente de la Asociación que estaba ahí con su hucha y darles un abrazo (cuando era legal abrazarse) y después gritar a los cuatro vientos: ¡¡¡tengo cáncer!!! Me habían leído la mente. 

Ese fue el primer granito de esta montaña. 

Una campaña en la que se pretende normalizar una enfermedad que solo en este año 2020 será diagnosticada a 277.394 personas en España. Es curioso, cuanto menos, que haya que normalizar una situación tan extendida, tan presente, que todos conocemos y, de una manera o de otra, sufrimos. 

Os invito a que en un rato de esos en los que divagáis por internet, paseéis por ahí: https://www.aecc.es/es/llamalo-cancer

Y os pido, por favor, que lo llaméis CÁNCER. ¡Hasta la semana que viene! 

1 comentario en «#LlámaloCÁNCER»

  1. Si, hay que llamar a las cosas por su nombre, en este caso a la enfermedad.
    Y estoy esperando que digas: ya no tengo cáncer, ya no tengo células malignas en mi cuerpo.
    Estoy Curada.

    Responder

Deja un comentario